Quiero evitar que los más pequeños de mi comunidad caigan en la delincuencia común al pensar que no hay oportunidades para ellos en la educación. He aprendido que los niños tienen diferentes ritmos de aprendizaje y que a algunos les cuesta más que a otros ciertas áreas del conocimiento, pero lo que necesitan es apoyo para superar esos obstáculos y continuar explorando campos de aprendizaje.

Por ello, decidí disponer la sala de mi apartamento para realizar refuerzos a estos niños; cada día saco mis muebles y con la donación de algunas mesas y sillas he puesto en marcha esta iniciativa llamada Un mejor futuro.

Diariamente trabajo con aproximadamente 15 estudiantes, varios de ellos debo ir a buscarlos hasta sus casas bajo el sol de mediodía, pero estoy segura de que ningún esfuerzo es demasiado.

Busco impactar la vida de 40 niños en mi barrio y quiero que el factor económico no sea un impedimento para que fortalezcan sus debilidades. Además, deseo implementar actividades lúdicas y extracurriculares que les permitan afianzar nuevas habilidades. Creo firmemente que las mentes de los niños no deben dejarse a la deriva, sino que se deben mantener ocupadas con diversas disciplinas.

Sueño con que en el futuro, adolescentes y jóvenes de mi comunidad aspiren a ir a la universidad y formarse en lo que sea que les apasione.

De esta manera, el trabajo comunitario que desarrolla la iniciativa Un mejor futuro contribuye a los resultados de Calidad de Vida de la Fundación Grupo Social que buscan establecer una comunidad con una identidad clara, sentido compartido y visión de futuro, corresponsable son el desarrollo de otros.